Los recientes avances tecnológicos han hecho realidad una batería que funciona con bacterias. Conocidas como celdas de combustible microbianas o MFCs, las baterías que funcionan con bacterias y otros microbios han sido investigadas por los científicos durante décadas.
Cómo funcionan las baterías alimentadas por bacterias
Contrariamente a la creencia popular, las bacterias no producen electricidad directamente en un MFC. Las baterías alimentadas por bacterias utilizan la energía química generada por las bacterias y la convierten en energía eléctrica mediante un mecanismo relativamente sencillo. Como la mayoría de las baterías, una batería alimentada por bacterias tiene un ánodo (el extremo negativo) y un cátodo (el extremo positivo). Además del ánodo y el cátodo, una batería alimentada por bacterias también tiene una membrana capaz de filtrar los electrones (aniones) y protones (cationes) producidos durante la descomposición química de sustancias por bacterias.
Una vez que la descomposición bacteriana comienza a producir iones, los aniones son transferidos desde el compartimiento del cátodo a través de un circuito externo y los protones son enviados al cátodo desde el ánodo. En pocas palabras, la energía química generada por la actividad bacteriana se convierte en energía eléctrica.
Desafortunadamente, no todas las bacterias son electroquímicamente activas y requieren una sustancia conocida como «mediador» para facilitar el flujo de iones. Sustancias como la tionina, el metil viologeno, el azul de metilo, el ácido húmico y el rojo neutro se utilizaron como mediadores, pero su toxicidad era motivo de gran preocupación para los científicos. Hace unos años, los científicos crearon bacterias electroquímicamente activas, y la ciencia de las baterías alimentadas por bacterias dio un gran salto adelante. Los MFCs sin mediador pueden funcionar con todo, desde aguas residuales hasta una simple solución salina, y son realmente baterías respetuosas con el medio ambiente.
Acontecimientos recientes
que trabajan bajo el lema Lebone han creado una batería alimentada por bacterias que utiliza bacterias que se encuentran en el suelo africano. Lo verdaderamente notable del MFC creado por Lebone es que la batería utiliza una capa de arena como membrana iónica, barro con estiércol como sustrato bacteriano y un paño de grafito como ánodo.
Como la mayoría de las soluciones ecológicas y renovables, el MFC creado por científicos de Harvard utiliza sustancias fácilmente disponibles en toda África y se espera que proporcione electricidad en zonas remotas de África. De hecho, la única sustancia no biodegradable utilizada en la batería alimentada por bacterias creada por los científicos de Lebone es probablemente el cubo de plástico de 5 libras que se utiliza para guardar la batería.
Aunque la cantidad de energía producida por la batería alimentada por bacterias está lejos de ser asombrosa, puede producir suficiente energía para hacer funcionar unas cuantas luces LED y pequeños aparatos electrónicos.
El futuro de las baterías bacteriológicas
Organizaciones como Lebone son una de las muchas organizaciones que están invirtiendo tiempo y dinero en la creación de opciones de energía renovable verdaderamente amigables con el medio ambiente. La búsqueda de una fuente de energía verdaderamente ecológica puede que no haya terminado con las baterías alimentadas por bacterias, pero los MFCs son un paso adelante en la dirección correcta.
Con las baterías regulares atascando los suelos de desecho en todo el mundo, las fuentes de energía reciclables como las baterías alimentadas por bacterias son necesarias.